Baja a la cocina y coge un zumo, un par de galletas y empieza a comer, rápidamente. Va a su habitación, coge unos shorts negros ajustados y una camiseta blanca con letras negras. Una toalla y entra al baño a ducharse. Termina, se seca el pelo y va a la habitación. Le apetece un cigarro. Busca en la mesita de noche y encuentra su paquete, se enciende un cigarro y se sorprende al ver la luz intermitente de su móvil. Un whatsapp.
- Buenos días, princesa. ¿Qué tal has dormido? Lo siento por haberte rallado ayer con mis tonterías. Gracias por haber estado ahí.
Ese mensaje a las 6:59. Como el chico no vio respuesta, le envió otro.
- Supongo que iras al instituto. ¿Te apetece que te acompañe? Contéstame cuando estés.
Una sonrisa. Y se dispone a responder.
- Hola, me acabo de despertar y creo que llego tarde a clase. – Mira el reloj y lo confirma, son las 8:00 y ya tendría que estar ahí, resopla. – Si quieres acompañarme… como tú veas.
Un mensaje, es ella. Contesta rápido.
- En diez minutos estoy en el parque donde estuvimos ayer. Estaré sentado en los primeros bancos. Un beso, cariño.
Y rápidamente, sale corriendo hacia ese lugar. No sabe que tiene esa chica, pero le gusta. Demasiado. Siempre había sido el el que jugaba con las chicas, nunca se había enamorado ni había sentido que le gustaba una para algo más que sexo. Pero ella… ella tiene lo que las demás no tienen.
Paola se peina, se hace una coleta alta y comienza a maquillarse. Un poco de rímel, colorete, pintalabios… Lo típico. Pero no se gusta, quiere sorprenderle. Estar guapa para él. Puf… es demasiado para ella. Es una chica demasiado negativa y nunca cree que pueda gustar. No entiende como ese chico tan guapo, puede ir detrás de ella… Solo querrá un rollo. “Yo valgo más que eso, no me voy a enamorar.” Se repite.
Coge la mochila y sale de casa. Unos cinco minutos y llega al parque. El está ahí, tal y como le ha dicho. Se levanta, le da dos besos y saca una de sus mejores sonrisas. Tiene una sonrisa preciosa, blanquísima, imposible no querer besarla…
- Hola.
- Hola.
- ¿Qué tal? ¿Te acompaño al instituto? Vas a llegar aún mas tarde. – Dice mientras mira el reloj.
- No creo que llegue a primera hora. – Son las 8:20. – Así que me quedo un rato contigo hasta las nueve.
- Vale. – Dice el, con una enorme sonrisa. - ¿Qué tal has dormido? Quería quedar contigo para darte las gracias por no haberme dejado solo ayer, hubiera ido a buscar a esos y hubiera terminado todo aun peor… Necesitaba alguien con quien hablar y tu estuviste ahí, la única que estuvo.
- No me tienes que dar las gracias. Yo solo te cure un poco el labio y te hice compañía. Tú me sacaste muchas sonrisas y me hiciste olvidar un poco todo lo malo que llevo detrás.
- ¿Cómo una chica como tú puede estar mal? Por lo poco que te conozco, vales mucho…
- Lástima que eso solo lo veas tú.
Suspiran. El aún más, pero por dentro. ¿Tiene a otro? No tiene posibilidades.
- ¿Por qué dices eso? ¿Algún chico te ha tratado mal?
- No, no es eso… Hace mucho tiempo que no tengo novio serio, y mejor así. Siempre han jugado conmigo y ahora estoy dispuesta a jugar yo.
- No se cómo pueden jugar con una chica como tú…
- Deja de hacerme la pelota, Fabián. Tu seguro que eres como todos. De esos que piensan con lo de abajo y les da igual hacer daño a las personas.
No es la primera vez que le dicen eso, pero viniendo de ella… Le duele, y no entiende porque.
- Todos hemos pasado esa etapa de jugar con los sentimientos de la gente. Pero ya tengo casi dieciocho años, y busco una chica con la que compartir mi vida.
Ella sonríe. Es el chico perfecto, ¿será para ella? Un silencio de unos segundos, luego, el vuelve a hablar.
- ¿Vamos andando hasta ahí ya? Se te va hacer tarde y no vas a llegar a segunda hora. – Sonríe. – Por mí, ningún problema. Así estoy más rato contigo. Pero seguro que te importan más los estudios que yo.
Una carcajada de parte de Paola.
- Vamos. – Y comienzan a caminar. - ¿Tu no estudias?
- No. Deje los estudios hace mucho y me arrepiento. Ahora trabajo a media jornada con mi padre en su taller. Entro a las once. Una lástima, me hubiera gustado ir a verte a la hora del patio.
Es perfecto. Cada vez que habla, le gusta más. Pero no va a lanzarse, prometió hace unos meses no volver a lanzarse en una historia. Y lo va a cumplir. Pero es que… tiene la mejor sonrisa del mundo. Le encanta.
Siguen andando, hablando, sonriendo, mirándose, acariciándose… y llegan a la puerta del instituto. Son las 8:55.
- Bueno, pues yo entro ya. Gracias por acompañarme.
- De nada, pequeña. Adiós, y no estudies tanto que te va a explotar la cabeza. – Dice mientras ríe.
Dos besos. Muy cerca de los labios. A los dos les hubiera gustado que hubiera sido uno solo, pero no ha podido ser… Es pronto.
Paola coge la hoja de falta de asistencia y la rellena con el motivo de que se ha dormido. Sube las escaleras y va a su clase. Le toca filosofía. Ojala el estuviera ahí con ella…
Hola! Vi que me habías dejado el link de tu blog en mi blog y la verdad es que me ha gustado mucho! La historia está bastante bien y espero que la continúes!
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