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miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 3

Entra a clase. Como de costumbre, su mejor amiga Julia no ha venido a clase. Pero ahí está Marta, y viene corriendo a saludarla.
- Hola, Paola. – Dice Marta, dándole dos besos y un abrazo.
- Hola, Marta.
- ¿Qué tal? ¿Cómo es que vienes a segunda hora?
-  Me he dormido…
Si, ya, claro… - Levanta una ceja- ¿Qué tienes con Fabián?
Paola suspira, ¿cómo lo sabe? Es fácil. Fabián y Marta se llevan muy bien.
- Nada… Nos llevamos bien.
- ¿Solo bien? Le conozco muchísimo y sé que le gustas. Aprovéchalo. Ya es hora de que vayas teniendo a alguien que te trate bien, y el, lo hará.
-  Si tiene que pasar algo, pasara… Tiempo al tiempo.
De repente la puerta de la clase se abre. Es Manuel Duarte. El profesor de filosofía. Tiene aproximadamente 52 años, nunca quiere decir su edad, pero es lo que aparenta. Lleva una barba blanca y el pelo negro con canas blancas que cada día se le notan más. Mide 1’70cm aproximadamente y tiene barriga cervecera. Eso es lo que más le caracteriza, su barriga, y su mal humor. Las clases con el son una tortura.
- Chicos, sentaros todos. – Se moja los labios con su propia saliva. – Estamos a finales de Mayo y pronto tendremos los exámenes finales y trabajos. Por mi parte y en mi clase, os daré dos dossieres. Uno tendréis que completarlo solos y otro con un compañero. Aparte del examen, claro. – Deja de hablar con una gran sonrisa, viendo las caras de preocupación de sus alumnos. – Y no, no podréis elegir la pareja con la que hacer el dossier. El lunes de la semana que viene lo quiero todo completo, estamos a martes, o sea, que lo podéis completar perfectamente. No salgáis, y listo. A continuación os iré diciendo las parejas.
Manuel se sienta y saca una hoja en la que tiene apuntadas las parejas. Va diciéndolas y estas, se acercan a coger los dossieres.
-  Julia Martínez y Oscar Gutiérrez.
Esta vez, solo va Oscar a por los dossieres.
- ¿Julia sigue sin venir, verdad? – Se dirige a Paola. – Dile de mi parte cuando la veas, que la veras, que mi asignatura la tiene suspendida por falta de asistencia. ¡No ha venido ni a ocho clases en todo el curso!
Después del cabreo, sigue diciendo los nombres.
- Paola Fresno y Erik Ledesma.

Paola y Erik se levantan y van a por los dossieres, por su parte, Paola, no está muy contenta. Ese chico de ojos marrones, pelo rubio y de casi 1’80cm de altura, es su ex. Y no le hace demasiada ilusión hacer un trabajo con él. Y menos ahora, que Fabián comienza a estar en su cabeza. 

martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 2

Se levanta de la cama. Son las 7:30. Mierda, llegara tarde a clase. Pero no le importa. Ayer estuvo toda la tarde con Fabián, hablándole, curando sus heridas… y de alguna manera, el también curo las suyas. Las que no se ven, las que se sienten por dentro. Las que más duelen.
Baja a la cocina y coge un zumo, un par de galletas y empieza a comer, rápidamente. Va a su habitación, coge unos shorts negros ajustados y una camiseta blanca con letras negras. Una toalla y entra al baño a ducharse. Termina, se seca el pelo y va a la habitación. Le apetece un cigarro. Busca en la mesita de noche y encuentra su paquete, se enciende un cigarro y se sorprende al ver la luz intermitente de su móvil. Un whatsapp.
- Buenos días, princesa. ¿Qué tal has dormido? Lo siento por haberte rallado ayer con mis tonterías. Gracias por haber estado ahí.
Ese mensaje a las 6:59. Como el chico no vio respuesta, le envió otro.
- Supongo que iras al instituto. ¿Te apetece que te acompañe? Contéstame cuando estés.
Una sonrisa. Y se dispone a responder.
- Hola, me acabo de despertar y creo que llego tarde a clase. – Mira el reloj y lo confirma, son las 8:00 y ya tendría que estar ahí, resopla. – Si quieres acompañarme… como tú veas.
Un mensaje, es ella. Contesta rápido.
- En diez minutos estoy en el parque donde estuvimos ayer. Estaré sentado en los primeros bancos. Un beso, cariño.
Y rápidamente, sale corriendo hacia ese lugar. No sabe que tiene esa chica, pero le gusta. Demasiado. Siempre había sido el el que jugaba con las chicas, nunca se había enamorado ni había sentido que le gustaba una para algo más que sexo. Pero ella… ella tiene lo que las demás no tienen.
Paola se peina, se hace una coleta alta y comienza a maquillarse. Un poco de rímel, colorete, pintalabios… Lo típico. Pero no se gusta, quiere sorprenderle. Estar guapa para él. Puf… es demasiado para ella. Es una chica demasiado negativa y nunca cree que pueda gustar. No entiende como ese chico tan guapo, puede ir detrás de ella… Solo querrá un rollo. “Yo valgo más que eso, no me voy a enamorar.” Se repite.
Coge la mochila y sale de casa. Unos cinco minutos y llega al parque. El está ahí, tal y como le ha dicho. Se levanta, le da dos besos y saca una de sus mejores sonrisas. Tiene una sonrisa preciosa, blanquísima, imposible no querer besarla…
- Hola.
- Hola.
- ¿Qué tal? ¿Te acompaño al instituto? Vas a llegar aún mas tarde. – Dice mientras mira el reloj.
- No creo que llegue a primera hora. – Son las 8:20. – Así que me quedo un rato contigo hasta las nueve.
- Vale. – Dice el, con una enorme sonrisa. - ¿Qué tal has dormido? Quería quedar contigo para darte las gracias por no haberme dejado solo ayer, hubiera ido a buscar a esos y hubiera terminado todo aun peor… Necesitaba alguien con quien hablar y tu estuviste ahí, la única que estuvo.
- No me tienes que dar las gracias. Yo solo te cure un poco el labio y te hice compañía. Tú me sacaste muchas sonrisas y me hiciste olvidar un poco todo lo malo que llevo detrás.
- ¿Cómo una chica como tú puede estar mal? Por lo poco que te conozco, vales mucho…
- Lástima que eso solo lo veas tú.
Suspiran. El aún más, pero por dentro. ¿Tiene a otro? No tiene posibilidades.
- ¿Por qué dices eso? ¿Algún chico te ha tratado mal?
- No, no es eso… Hace mucho tiempo que no tengo novio serio, y mejor así. Siempre han jugado conmigo y ahora estoy dispuesta a jugar yo.
- No se cómo pueden jugar con una chica como tú…
- Deja de hacerme la pelota, Fabián. Tu seguro que eres como todos. De esos que piensan con lo de abajo y les da igual hacer daño a las personas.
No es la primera vez que le dicen eso, pero viniendo de ella… Le duele, y no entiende porque.
- Todos hemos pasado esa etapa de jugar con los sentimientos de la gente. Pero ya tengo casi dieciocho años, y busco una chica con la que compartir mi vida.
Ella sonríe. Es el chico perfecto, ¿será para ella? Un silencio de unos segundos, luego, el vuelve a hablar.
- ¿Vamos andando hasta ahí ya? Se te va hacer tarde y no vas a llegar a segunda hora. – Sonríe. – Por mí, ningún problema. Así estoy más rato contigo. Pero seguro que te importan más los estudios que yo.
Una carcajada de parte de Paola.
- Vamos. – Y comienzan a caminar. - ¿Tu no estudias?
- No. Deje los estudios hace mucho y me arrepiento. Ahora trabajo a media jornada con mi padre en su taller. Entro a las once. Una lástima, me hubiera gustado ir a verte a la hora del patio.
Es perfecto. Cada vez que habla, le gusta más. Pero no va a lanzarse, prometió hace unos meses no volver a lanzarse en una historia. Y lo va a cumplir. Pero es que… tiene la mejor sonrisa del mundo. Le encanta.
Siguen andando, hablando, sonriendo, mirándose, acariciándose… y llegan a la puerta del instituto. Son las 8:55.
- Bueno, pues yo entro ya. Gracias por acompañarme.
- De nada, pequeña. Adiós, y no estudies tanto que te va a explotar la cabeza. – Dice mientras ríe.
Dos besos. Muy cerca de los labios. A los dos les hubiera gustado que hubiera sido uno solo, pero no ha podido ser… Es pronto.
Paola coge la hoja de falta de asistencia y la rellena con el motivo de que se ha dormido. Sube las escaleras y va a su clase. Le toca filosofía. Ojala el estuviera ahí con ella…

lunes, 29 de julio de 2013

Capítulo 1

Abre la puerta de casa y entra. Deja la mochila en el sofá y busca a alguien en casa, sin suerte. No hay nadie. Una nota encima de la encimera de la cocina que dice que tiene una comida de empresa y llegara un poco tarde a casa. De su madre. Su padre también está trabajando y hasta las seis de la tarde no llegara a casa. Estará sola un buen rato.
Mira la nevera sin muchas ganas de cocinar y coge unos macarrones, hecha agua en una olla, un poco de sal y espera a que hierva. Cuando hierve, hecha los macarrones.
Paola es una chica de 16 años, morena con el pelo largo, ojos verdes, de 1’63cm aproximadamente, esta delgada, pero tiene buen cuerpo. No se puede quejar. 
Hecha queso en sus macarrones y coge una lata de fanta de naranja, va a la mesa donde sus cubiertos están preparados y se dispone a comer. Quince minutos más tarde ya ha terminado, coge la mochila y sube a su cuarto, la deja encima de la silla, coge su portátil y se tumba en la cama con este en las piernas. Lo enciende y espera a que cargue. Una vez cargado, abre el internet y en la dirección de internet pone la página de Facebook, entra en su perfil ya automáticamente. Abre una carpeta y comienza a escuchar el último CD de Pablo Alborán. De repente, y sin esperarlo, suena el ruido de mensaje de Facebook. Es de un tal Fabián González. No le suena, pero abre la conversación.   
- Hola. ¿Te acuerdas de mí? Soy el vecino de Julia. Ayer os vi en el parque de frente de mi casa.
Sorprendida, mira su perfil, sus fotos y si se acuerda de el… ¿Qué querrá? ¿Para qué le habrá hablado? Según lo que le han dicho de él, tiene novia desde hace mucho tiempo y es un chaval muy tímido, no suele hablar con chicas.
- Hola. –Le sigue un icono de una carita feliz.- Si, me acuerdo de ti. ¿Cómo es que me hablas? 
- Mira… desde hace unos meses te veo muy a menudo y bueno, me apetecía conocerte. 
- Ah, vale. Pues encantada Fabián. 
- ¿Quieres que quedemos alguna tarde para ir a dar una vuelta? Si no te molesta ni nada…
- ¿Por qué me tendría que molestar? Vale.
- Bueno, pues te doy mi número que me tengo que ir. – El chico escribe su número rápido, con prisa.- Háblame por el Whatsapp cuando puedas. Un besito, preciosa.
Ambos sonríen al otro lado de sus pantallas. Paola apunta su número en la agenda de su teléfono y cierra el ordenador. Coge un cigarro de su mochila y se lo enciende.
Unos minutos más tarde, en un lugar no muy alejado de la ciudad.
Se mira en el espejo. Lista. Son las 16:49 de la tarde. Ha quedado con Marc a las 17:30. Esta nerviosa y no sabe porque. No es la primera vez que lo ve, es su novio desde hace ya unos dos meses. Está muy ilusionada con él. Le gusta, le da todo lo que necesita. Sonrisas, placer, todo lo que una niña de 16 años podría desear. 
Julia es la mejor amiga de Paola. Un poco más alta que ella, 1’70cm, rubia con el pelo no tan largo, un poco más de media melena. Ojos azules, que destacan. Es la típica chica que todo chico quiere tener. Es muy diferente a Paola, más activa, más libre, menos consecuente. 
Coge su bolso, mete el paquete de tabaco, las llaves, el móvil, se vuelve a mirar al espejo y pone su mejor sonrisa. Sale de su casa pegando un portazo, coge el ascensor y baja. Fuera de la portería está el. Abre la puerta. Marc la agarra por la cintura y le da un beso. La quiere, si, la quiere. 
- Hola, cariño. – Dice ella.
- Hola, mi amor. ¿Qué quieres hacer hoy?
- No sé, lo que tú quieras… mientras este contigo. 
- Vale.
Se dan la mano y van caminando. No saben muy bien hacia donde, pero ya encontraran algún sitio para sentarse y quererse. Estar un rato juntos. Es lo único que necesitan. 
Horas más tarde, en casa de Paola.
El sonido de su móvil la despierta. ¿Quién la llamara? Se levanta pero no le da tiempo a cogerlo. Mira la hora, son casi las siete, se ha quedado dormida. El cansancio y la presión de los últimos exámenes pueden con ella. Se juega sacarse la ESO o no. 
Mira el móvil, tiene tres llamadas perdidas; todas de Julia. Sin darle tiempo a llamarla, esta le vuelve a llamar.
- Hola, nena. Perdón por no haberte cogido el móvil, estaba durmiendo.
- No pasa nada, pero te necesito. Estoy en el parque de al lado de tu casa. ¿Nos vemos?
- ¿Qué pasa? Vale, tía. Me visto, me arreglo rápido y voy. Quince minutos y estoy ahí.
- Vale, gracias… Te quiero.
Y ambas cuelgan. ¿Qué habrá pasado? Está preocupada. Mira en su armario, coge unos shorts tejanos y una camiseta básica blanca. Unas sandalias negras, y ya está. Entra en el baño, se peina por encima. Coge su maquillaje, se pone rímel, un poco de colorete y se pinta los labios de un color rosa flojito. Le destacan. Tiene unos labios muy bonitos.
Coge su bolso, examina que lo tenga todo y sale de casa. Ni su padre ni su madre han llegado todavía. Trabajo… no paran mucho en casa. 
Cierra la puerta con fuerza y anda unos cinco minutos hasta el parque. Busca a su mejor amiga y ahí está, acompañada por dos chicos. Uno es Marc y el otro… Fabián. Que sorpresa. Pero, ¿Qué pasa? Según lo que puede ver a esa distancia, Marc tiene una herida debajo del ojo algo profunda de la que sale un hilito de sangre. Se acerca rápido. Da dos besos y un abrazo a Julia, y dos besos a los demás. 
- ¿Qué ha pasado? 
Fabián tiene una herida en el labio y un moratón en el brazo. Marc, tiene diferentes heridas por las piernas y la cara.
- Se han peleado. – Dice Julia, con voz triste.
- ¿Con quién y porque? – Mira a Marc. – Mira que te lo digo desde pequeños, no te metas en peleas. Sabes que puedes con cualquiera pero algún día vendrá alguien más chulo y más fuerte que tú, y aquí lo tienes…
Marc no le contesta. Se limita a darle una tímida sonrisa. Se conocen desde que tenían cinco años. Como ha cambiado, piensa Marc. Antes era una niña tímida, del montón, ahora… está verdaderamente guapa. Pero él tiene novia, no puede mirar con esos ojos a Paola. 
Marc tiene diecisiete años, los cumplía en enero. Es rubio y un poquito moreno de piel. Tiene abundantes pecas por la cara, eso le hacen aún más interesante, y los ojos marrones claritos. Su cuerpo no está nada mal, 1’80cm aproximadamente. 
Julia y los dos chicos le explican a Paola lo que ha pasado. Tenían una pelea con unos del barrio de al lado, y han salido perdiendo. A pesar de que era pelea de dos contra dos, los otros han traído a diez y no han podido hacer nada. Paola se enfada por momentos, no le gustan las peleas pero mucho menos que le toquen a personas importantes. Marc es como su hermano y Fabián… Fabián le gusta mucho. Y eso que apenas lo conoce.
- Bueno, nena, nosotros dos nos vamos a su casa. Voy a curarle las heridas y haber que hacemos. – Mira a Fabián. – Tu, ¿qué harás? 
- Yo me quedo aquí un rato, he quedado luego con Borja y pensaremos que haremos con esto.
- Vale. No te metas en más líos. – Dicen Marc y Julia, casi a la vez. 
Y se alejan. Son tal para cual, combinan muy bien y se quieren. Que es lo más importante. Paola está nerviosa, no sabe qué hacer. 
- ¿Tú te quedas aquí? Yo me voy a mi casa, si pasa algo, tienes mi número. – Dice Paola, guiñándole un ojo.
- No, no… Quédate un rato conmigo. No te voy hacer nada, eh. – Y intenta levantarse del banco en el que esta, pero no puede. Tiene heridas en la pierna también, y parece que le duele la espalda. Le invita a sentarse a su lado.
- Vale. ¿Cómo estás? ¿Te duelen mucho las heridas? Si quieres, te ayudo. – Dice sentándose a su lado.
- Bueno, no mucho, lo que más me duele es el labio y el costado. – Dice levantándose la camiseta, tiene un moratón gigante. – Me han pegado con un bate. 
Hace un gesto de dolor y se moja el labio, cae un hilito pequeño de sangre de este. Paola se acerca a él y se lo limpia. El hace muecas de dolor.
- ¿Te duele? Si quieres, paro.
- No, no pares. No me duele, mejor así. 
Paola termina y se miran fijamente a los ojos.