“Buenos días, tardes o noches, o lo que sea
cuando leas esto, mi princesa. Quería demostrarte que en menos de tres días te
has convertido en mi única necesidad, mi único motivo para seguir luchando para
que esto salga bien. Por mi parte, ya lo sabes, no voy a fallarte. ¿Cómo se
puede tener tanta suerte? Hasta hace unas semanas pensé que nunca encontraría a
la mujer de mi vida, entonces te vi a ti, sentada en ese columpio tambaleándote
como una niña pequeña. Desde ese momento supe, que nadie en la vida me podría
hacer feliz más que tú. Existen los flechazos, ¿lo sabías? Yo he sentido uno
contigo. Creo que te mereces más de lo que te puedo dar pero no me voy a cansar
de intentar hacerte feliz de todas las maneras posibles, voy a demostrarte que
sí, que valdrá la pena si lo hacemos juntos. Es pronto para decirlo, pero te
quiero enana.”
Relee la carta que le ha enviado Fabián unas
cuatro, cinco, seis… diez veces. Y sonríe. ¡Es increíble! Nadie nunca le había
enviado una carta con tanto sentimiento, mientras la leía, se le ponía la piel
de gallina. ¿Ella también le quiere? ¿Dirá la verdad? Muchas dudas en su
cabeza, pero con sus actos está demostrando que sí, que quiere intentarlo de
verdad con ella. Coge su móvil y busca en el WhatsApp su nombre.
- Muchas gracias por la carta, me he quedado sin palabras… Todo lo que
te pueda decir no es comparable a la felicidad que siento ahora mismo por
tenerte. Yo también he sentido ese flechazo, yo también estoy segura de que tú
eres el hombre de mi vida. Un poco más de 48 horas me han bastado para darme
cuenta de que la felicidad, lleva tu nombre. Fabián, no me falles, no podría
soportarlo. Te quiero, aunque sea pronto para decirlo.
- Nos queda una vida entera por delante, solo si tu quieres, mi pequeña
princesa… Nunca prometo nada pero prometo hacerte feliz hasta el día que me
lleven por delante. Gracias a ti por ser lo que siempre había buscado.
Como consigue dejarla sin palabras… Sabe que
esa noche, gracias a él, va a irse a dormir con una sonrisa en la cara. Aunque
hoy no le haya visto, le ha demostrado que se ha acordado de ella, ha ido hasta
su casa y ha metido la carta en su buzón. No cree que se merezca todo aquello,
pero por una vez va a mirar por ella y va a aprovecharlo. Ocasiones como estas
solo se presentan una vez en la vida y tiene claro que, mientras dure, va a ser
feliz y va a intentar hacerlo todo bien. ¿Y si dura para siempre? Ojala… Solo
tiene ganas de él y de todo lo que tenga que ver con él. Es feliz, jamás se
había sentido así. ¿Y él?
Lleva todo el día pensando en ella, en sus
ojos, en su pelo, en su boca, en sus besos, sus caricias, sus abrazos, su forma
de ser tan peculiar. Sabe que nunca encontrara a otra como ella. Por nadie
había hecho una carta y se la había metido en su buzón en plan sorpresa, pero
ella tiene todo lo necesario para que deje de ser un crio y se convierta en
hombre. Quiere pasar la vida a su lado y aunque sabe, que habrán problemas como
siempre, está seguro que esa vez será la buena. La madre de sus hijos y su
esposa. Es demasiado pronto para pensarlo, pero la quiere. Y ese sentimiento
solo lo ha experimentado con ella.
Esa noche de
junio, en un lugar de la ciudad.
Julia y Marc están sentados en la misma cama,
cada uno con su respectivo móvil, en silencio. Pero el silencio se rompe cuando
Marc se inclina hacia ella y la besa. ¡Como la quiere! Es tan perfecta… le
gusta tanto, desde que comenzaron a salir se ha dado cuenta de lo que aquella
chica significa para él. No se cansa de besarla, de hacer el amor con ella, de
quererla, de protegerla de cualquier mal. Sabe que no va a fallarle y si algún
día lo hace, no sabe si podrá soportarlo. Pero no están en la misma habitación
semidesnudos para pensar en eso. Así que, se vuelve a inclinar hacia ella y la
vuelve a besar, un beso más fogoso, se tiran los dos a la cama y Julia se pone
encima de él. Le empieza a besar el cuello, su torso desnudo, a acariciar cada
parte de su cuerpo con la yema de sus dedos. Marc se deja llevar. Siempre es
ella la que toma las riendas del asunto. Y le gusta, le encanta. Siguen los
besos, las caricias, los mordiscos, las miradas penetrantes y… se dejan llevar,
una vez más. Son cómplices y en la ventana se ven las estrellas de aquel día
tan caluroso. No se fijan en ellas, están demasiado pendientes el uno del otro.
Se quieren. Qué bonito al principio…
Minutos más tarde, cuando Marc se ha ido de
casa de Julia, enciende el ordenador, inicia sesión en Messenger y conecta su
cam. Está conectado. Y no es precisamente Marc.
- Buenas noches, amor. Pensaba que ya no te conectarías.
- Estaba Marc en casa, se ha quedado a cenar… No podía hacer otra cosa.
- ¿Algún día te darás cuenta de que a quien quieres de verdad es a mí?
- Yo no quiero a nadie, Mario. Pero llevo unos cuantos meses con él y ya
te dije que no quiero dejarlo. Prefiero seguir viéndonos a escondidas o por la
cam, y si algún día tú me demuestras que me quieres de verdad, yo lo dejo todo
y me voy contigo.
- Yo no tengo que demostrarte nada, Julia. Creo que bastante te
demuestro dejando que me beses y lo hagas conmigo teniendo todas las babas de
el en todo tu cuerpo, ¿me entiendes? Yo soy la parte de los dos que lo pasa
mal, que cada vez que no habla contigo sabe que otro te está tocando. ¿Piensas
que es fácil? Pues no. Y bastante estoy aguantando ya.
- Lo siento, cariño. Lo siento. Pero, no puedo dejarle. Ha hecho muchas
cosas por mí y prefiero que esto siga así un tiempo. Nos divertimos, nos
gustamos, ¿Qué tiene de malo? Deja que pase el tiempo, por favor. Un mes. O
quizás dos. Entiéndeme…
- Yo te entiendo, pequeña. Por eso no voy a dejar de luchar por ti.
Porque me encantas.
- Tú a mí también me encantas, cariño. Eres el mejor.
Y por la cam, se mandan un beso. Julia le
avisa de que es demasiado tarde y tiene que irse a dormir, son las 23:45 y
mañana a las 7 tiene que estar en pie.
Suena el pitido de su Samsung Galaxy, un
WhatsApp, es el.
- Buenas noches bebe, que duermas bien y sueñes conmigo, que de cumplir
tus sueños me encargo yo. Te quiero.
No contesta. No sabe si lo que está haciendo
está bien o mal, pero siente por los dos. Y aunque, en esta parte, el engañado
sea Marc, no puede hacer nada para controlar sus sentimientos. Los quiere a los
dos. Y va a seguir así hasta que se decida de verdad. ¿Qué tiene de malo? Es
joven y puede liarse y follarse a quien le dé la gana.
Y así va a seguir haciéndolo. Aunque le
siente mal ponerle los cuernos a Marc, es libre y tiene el derecho de hacer lo
que es mejor para ella. Quizás su egoísmo le pase factura muy pronto…
Hoola! Me encanta*.* Me enamora la carta de Fabián. Y escribes genial (te lo habré dicho millones de veces, pero es la verdad).
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte siempre por mi blog, tus comentarios me hacen muy feliz!
Y espero que sigas así con esta historia, ¡porque vale la pena!
Un beso ENORME!
-Laura. (laubarbie09.blogspot.com)
Hola:
ResponderEliminarMe gusta tu blog, Ya te sigo. Gracias por pasarte por el mío. (Perdona las molestias anteriores, jejeje).
Escribes muy bien, me he enganchado :3
Un saludo :)
Ay! Y yo creia que Julia era más santa, pues no es una diablilla me sienta mal por Marc
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